LAS LEYES BÁSICAS DE LA ESTUPIDEZ HUMANA

Ilustración de un hombre confundido con un sándwich y un cuchillo.

por Carlo M. Cipolla

ilustraciones de James Donnelly

Traducción al español por Eduardo Aranda Hernández

LA PRIMERA LEY BÁSICA

La primera ley básica de la estupidez humana afirma sin ambigüedad que:

Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.

Al principio, la afirmación suena trivial, vaga y terriblemente poco generosa. Sin embargo, un análisis más detallado revelará su veracidad realista.

No importa cuán altas sean las estimaciones de uno sobre la estupidez humana, uno es repetida y recurrentemente sorprendido por el hecho de que:

La Primera Ley Básica me impide atribuir un valor numérico específico a la fracción de personas estúpidas dentro de la población total: cualquier estimación numérica resultaría ser una subestimación.

Por lo tanto, en las páginas siguientes denotaré la fracción de personas estúpidas dentro de una población con el símbolo σ.

Ilustración de un hombre recibiendo un golpe en la nariz con un artilugio.

LA SEGUNDA LEY BÁSICA

Las tendencias culturales ahora de moda en Occidente favorecen un enfoque igualitario de la vida. A la gente le gusta pensar en los seres humanos como el producto de una máquina de producción en masa perfectamente diseñada. Los genetistas y sociólogos, especialmente, hacen todo lo posible para demostrar, con un impresionante aparato de datos científicos y formulaciones, que todos los hombres son naturalmente iguales y si algunos son más iguales que otros, esto es atribuible a la crianza y no a la naturaleza.

Yo discrepo de esta visión general. Es mi firme convicción, respaldada por años de observación y experimentación, que los hombres no son iguales, que algunos son estúpidos y otros no lo son, y que la diferencia está determinada por la naturaleza y no por fuerzas o factores culturales.

Uno es estúpido de la misma manera que uno es pelirrojo; uno pertenece al conjunto estúpido como pertenece a un grupo sanguíneo. Un hombre estúpido nace hombre estúpido por un acto de la Providencia.

Aunque estoy convencido de que una fracción de los seres humanos es estúpida y que lo son debido a rasgos genéticos, no soy un reaccionario que intenta reintroducir subrepticiamente la discriminación de clase o raza. Creo firmemente que la estupidez es un privilegio indiscriminado de todos los grupos humanos y se distribuye uniformemente según una proporción constante. Este hecho se expresa científicamente en la Segunda Ley Básica, que establece que:

La probabilidad de que una determinada persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.

En este sentido, la Naturaleza parece haberse superado a sí misma. Es bien sabido que la Naturaleza se las arregla, de manera bastante misteriosa, para mantener constante la frecuencia relativa de ciertos fenómenos naturales. Por ejemplo, ya sea que los hombres proliferen en el Polo Norte o en el Ecuador, ya sea que las parejas sean desarrolladas o subdesarrolladas, ya sean negros, rojos, blancos o amarillos, la proporción de mujeres a hombres entre los recién nacidos es una constante, con una muy ligera prevalencia de hombres. No sabemos cómo la Naturaleza logra este notable resultado, pero sabemos que para lograrlo la Naturaleza debe operar con grandes números.

El hecho más notable sobre la frecuencia de la estupidez es que la Naturaleza logra hacer que esta frecuencia sea igual a la probabilidad independientemente del tamaño del grupo. Así, uno encuentra el mismo porcentaje de personas estúpidas ya sea que se consideren grupos muy grandes o se trate con grupos muy pequeños. Ningún otro conjunto de fenómenos observables ofrece una prueba tan sorprendente de los poderes de la Naturaleza.

La evidencia de que la educación no tiene nada que ver con la probabilidad fue proporcionada por experimentos llevados a cabo en un gran número de universidades de todo el mundo. Se puede distinguir la población compuesta que constituye una universidad en cinco grupos principales, a saber, los trabajadores manuales (obreros), los empleados administrativos (de cuello blanco), los estudiantes, los administradores y los profesores.

Cada vez que analicé a los trabajadores manuales, encontré que una fracción σ de ellos era estúpida. Como el valor de σ era más alto de lo que esperaba (Primera Ley), rindiendo mi tributo a la moda, al principio pensé que la segregación, la pobreza y la falta de educación eran las culpables. Pero al ascender en la escala social, encontré que la misma proporción prevalecía entre los empleados administrativos y entre los estudiantes.

Aún más impresionantes fueron los resultados entre los profesores. Ya sea que considerara una universidad grande o una pequeña, una institución famosa o una oscura, encontré que la misma fracción σ de los profesores es estúpida. Tan desconcertado estaba por los resultados, que me propuse extender mi investigación a un grupo especialmente seleccionado, a una élite real, los premios Nobel. El resultado confirmó los poderes supremos de la Naturaleza: una fracción σ de los premios Nobel es estúpida.

Esta idea era difícil de aceptar y digerir, pero demasiados resultados experimentales demostraron su veracidad fundamental. La Segunda Ley Básica es una ley de hierro y no admite excepciones.

El Movimiento de Liberación de la Mujer apoyará la Segunda Ley Básica, ya que demuestra que los individuos estúpidos son proporcionalmente tan numerosos entre los hombres como entre las mujeres. Los subdesarrollados del Tercer Mundo probablemente encontrarán consuelo en la Segunda Ley Básica, ya que pueden encontrar en ella la prueba de que, después de todo, los desarrollados no son tan desarrollados.

Sin embargo, guste o no la Segunda Ley Básica, sus implicaciones son aterradoras: la Ley implica que ya sea que te muevas en círculos distinguidos o te refugies entre los cazadores de cabezas de la Polinesia, ya sea que te encierres en un monasterio o decidas pasar el resto de tu vida en compañía de mujeres hermosas y lascivas, siempre tendrás que enfrentarte al mismo porcentaje de personas estúpidas, porcentaje que (de acuerdo con la Primera Ley) siempre superará tus expectativas.

LA TERCERA LEY BÁSICA (Y DE ORO)

La Tercera Ley Básica asume, aunque no lo declara explícitamente, que los seres humanos se dividen en cuatro categorías básicas: los desvalidos (helpless), los inteligentes, los bandidos (bandit) y los estúpidos. El lector perspicaz reconocerá fácilmente que estas cuatro categorías corresponden a las cuatro áreas I, H, S, B, del gráfico básico (ver abajo).

Diagrama de cuatro cuadrantes H, I, S, B, con ilustraciones caricaturescas en cada uno.

Si Tom realiza una acción y sufre una pérdida mientras produce una ganancia para Dick, la marca de Tom caerá en el campo H: Tom actuó desvalidamente (helplessly). Si Tom realiza una acción con la que obtiene una ganancia mientras también genera una ganancia para Dick, la marca de Tom caerá en el área I: Tom actuó inteligentemente. Si Tom realiza una acción con la que obtiene una ganancia causando una pérdida a Dick, la marca de Tom caerá en el área B: Tom actuó como un bandido.

La estupidez está relacionada con el área S y con todas las posiciones en el eje Y por debajo del punto O. Como la Tercera Ley Básica aclara explícitamente:

Una persona estúpida es una persona que causa pérdidas a otra persona o a un grupo de personas mientras que ella misma no obtiene ninguna ganancia e incluso posiblemente incurre en pérdidas.

Cuando se enfrentan por primera vez a la Tercera Ley Básica, las personas racionales reaccionan instintivamente con sentimientos de escepticismo e incredulidad. El hecho es que a las personas razonables les resulta difícil concebir y comprender el comportamiento irrazonable.

Pero abandonemos el elevado plano de la teoría y veamos pragmáticamente nuestra vida diaria. Todos recordamos ocasiones en las que un individuo realizó una acción que resultó en su ganancia y nuestra pérdida: tuvimos que lidiar con un bandido. También recordamos casos en los que un individuo realizó una acción que resultó en su pérdida y nuestra ganancia: tuvimos que lidiar con una persona desvalida (helpless). Podemos recordar casos en los que un individuo realizó una acción por la cual ambas partes ganaron: fue inteligente.

Tales casos ciertamente ocurren. Pero tras una reflexión profunda, debes admitir que estos no son los eventos que puntúan con más frecuencia nuestra vida diaria. Nuestra vida diaria está compuesta principalmente de casos en los que perdemos dinero y/o tiempo y/o energía y/o apetito, alegría y buena salud debido a la acción improbable de alguna criatura absurda que no tiene nada que ganar y, de hecho, no gana nada al causarnos vergüenza, dificultades o daño. Nadie sabe, entiende o puede explicar por qué esa criatura absurda hace lo que hace. De hecho, no hay explicación, o mejor, solo hay una explicación: la persona en cuestión es estúpida.

DISTRIBUCIÓN DE FRECUENCIA

La mayoría de las personas no actúa de manera consistente. Bajo ciertas circunstancias, una persona determinada actúa inteligentemente y, bajo diferentes circunstancias, la misma persona actuará desvalidamente. La única excepción importante a la regla está representada por las personas estúpidas, que normalmente muestran una fuerte propensión hacia la consistencia perfecta en todos los campos de los esfuerzos humanos.

De todo lo que precede, no se sigue que solo podamos trazar en el gráfico básico a los individuos estúpidos. Podemos calcular para cada persona su posición promedio ponderada en el plano de la figura 1, independientemente de su grado de inconsistencia. Una persona desvalida puede ocasionalmente comportarse inteligentemente y en ocasiones puede realizar la acción de un bandido. Pero dado que la persona en cuestión es fundamentalmente desvalida, la mayoría de sus acciones tendrán las características de la desvalidez. Por lo tanto, la posición promedio ponderada general de todas las acciones de dicha persona la ubicará en el cuadrante H del gráfico básico.

El hecho de que sea posible ubicar en el gráfico a individuos en lugar de sus acciones permite cierta digresión sobre la frecuencia de los tipos bandido y estúpido.

El bandido perfecto es aquel que, con sus acciones, causa a otros individuos pérdidas iguales a sus ganancias. El tipo más burdo de bandidaje es el robo. Una persona que te roba 100 libras sin causarte una pérdida o daño adicional es un bandido perfecto: tú pierdes 100 libras, él gana 100 libras. En el gráfico básico, los bandidos perfectos aparecerían en una línea diagonal de 45 grados que divide el área B en dos subáreas perfectamente simétricas (línea OM de la figura 2).

Diagrama de cuatro cuadrantes con un bandido mexicano disparando, mostrando las áreas B1 y B2.

Sin embargo, los bandidos "perfectos" son relativamente pocos. La línea OM divide el área B en dos subáreas, B1 y B2, y la gran mayoría de los bandidos cae en algún lugar de una de estas dos subáreas.

Los bandidos que caen en el área B1 son aquellos individuos cuyas acciones les producen ganancias que son mayores que las pérdidas que causan a otras personas. Todos los bandidos que tienen derecho a una posición en el área B1 son bandidos con matices de inteligencia y, a medida que se acercan al lado derecho del eje X, comparten cada vez más las características de la persona inteligente.

Desafortunadamente, los individuos con derecho a una posición en el área B1 no son muy numerosos. La mayoría de los bandidos en realidad caen en el área B2. Los individuos que caen en esta área son aquellos cuyas acciones les producen ganancias inferiores a las pérdidas infligidas a otras personas.

Si alguien te mata para robarte cincuenta libras o si te asesina para pasar un fin de semana con tu esposa en Monte Carlo, podemos estar seguros de que no es un bandido perfecto. Incluso usando sus valores para medir sus ganancias (pero aún usando tus valores para medir tus pérdidas), cae en el área B2 muy cerca de la frontera de la pura estupidez. Los generales que causan una gran destrucción e innumerables bajas a cambio de un ascenso o una medalla caen en la misma área.

La distribución de frecuencia de las personas estúpidas es totalmente diferente de la del bandido. Mientras que los bandidos están en su mayoría dispersos sobre un área, las personas estúpidas están fuertemente concentradas a lo largo de una línea, específicamente en el eje Y por debajo del punto O. La razón de esto es que la gran mayoría de las personas estúpidas son básica e inquebrantablemente estúpidas; en otras palabras, insisten perseverantemente en causar daño y pérdidas a otras personas sin derivar ninguna ganancia, ya sea positiva o negativa.

Sin embargo, hay personas que por sus acciones improbables no solo causan daños a otras personas, sino que además se perjudican a sí mismas. Son una especie de súper-estúpidos que, en nuestro sistema de contabilidad, aparecerán en algún lugar del área S a la izquierda del eje Y.

EL PODER DE LA ESTUPIDEZ

No es difícil entender cómo el poder social, político e institucional aumenta el potencial dañino de una persona estúpida. Pero aún queda por explicar y entender qué es esencialmente lo que hace que una persona estúpida sea peligrosa para otras personas; en otras palabras, qué constituye el poder de la estupidez.

Esencialmente, las personas estúpidas son peligrosas y dañinas porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y comprender el comportamiento irrazonable. Una persona inteligente puede entender la lógica de un bandido. Las acciones del bandido siguen un patrón de racionalidad: racionalidad desagradable, si se quiere, pero racionalidad al fin. El bandido quiere un "más" en su cuenta. Como no es lo suficientemente inteligente como para idear formas de obtener el "más" y al mismo tiempo proporcionarte un "más" a ti, producirá su "más" haciendo que aparezca un "menos" en tu cuenta. Todo esto es malo, pero es racional y si eres racional puedes predecirlo. Puedes prever las acciones de un bandido, sus desagradables maniobras y feas aspiraciones, y a menudo puedes construir tus defensas.

Con una persona estúpida, todo esto es absolutamente imposible, como lo explica la Tercera Ley Básica. Una criatura estúpida te acosará sin motivo, sin ventaja, sin ningún plan o esquema, y en los momentos y lugares más improbables. No tienes forma racional de saber si, cuándo, cómo y por qué ataca la criatura estúpida. Cuando te enfrentas a un individuo estúpido, estás completamente a su merced.

Debido a que las acciones de la persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, se sigue que:

El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales no solo hace problemática la defensa, sino que también hace que cualquier contraataque sea extremadamente difícil, como tratar de disparar a un objeto que es capaz de los movimientos más improbables e inimaginables.

Esto es lo que tanto Dickens como Schiller tenían en mente cuando el primero afirmó que "con estupidez y buena digestión el hombre puede enfrentar mucho" y el segundo escribió que "contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano".

LA CUARTA LEY BÁSICA

Que las personas desvalidas (helpless), es decir, aquellas que en nuestro sistema de contabilidad caen en el área H, normalmente no reconozcan cuán peligrosas son las personas estúpidas, no es en absoluto sorprendente. Su fracaso es solo otra expresión de su desvalidez. El hecho verdaderamente asombroso, sin embargo, es que también las personas inteligentes y los bandidos a menudo no reconocen el poder de dañar inherente a la estupidez.

Es extremadamente difícil explicar por qué debería suceder esto, y uno solo puede señalar que cuando se enfrentan a individuos estúpidos, a menudo tanto los hombres inteligentes como los bandidos cometen el error de caer en sentimientos de autocomplacencia y desprecio en lugar de secretar inmediatamente cantidades adecuadas de adrenalina y construir defensas.

Uno se siente tentado a creer que un hombre estúpido solo se hará daño a sí mismo, pero esto es confundir estupidez con desvalidez. En ocasiones, uno se siente tentado a asociarse con un individuo estúpido para usarlo en sus propios esquemas. Tal maniobra no puede sino tener efectos desastrosos porque a) se basa en una completa incomprensión de la naturaleza esencial de la estupidez y b) le da a la persona estúpida un alcance adicional para el ejercicio de sus dones.

Uno puede esperar superar al estúpido y, hasta cierto punto, puede que lo logre. Pero debido al comportamiento errático del estúpido, uno no puede prever todas las acciones y reacciones del estúpido y en poco tiempo será pulverizado por los movimientos impredecibles del socio estúpido.

Esto se resume claramente en la Cuarta Ley Básica, que establece que:

Las personas no estúpidas siempre subestiman el poder dañino de los individuos estúpidos.

En particular, las personas no estúpidas olvidan constantemente que en todo momento y lugar y bajo cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con personas estúpidas siempre resulta ser un error costoso.

A través de siglos y milenios, tanto en la vida pública como en la privada, innumerables individuos no han tenido en cuenta la Cuarta Ley Básica y el fracaso le ha causado a la humanidad pérdidas incalculables.

LA QUINTA LEY BÁSICA

En lugar de considerar el bienestar del individuo, consideremos el bienestar de la sociedad, considerada en este contexto como la suma algebraica de las condiciones individuales. Una comprensión completa de la Quinta Ley Básica es esencial para el análisis. Se puede agregar entre paréntesis aquí que de las Cinco Leyes Básicas, la Quinta es ciertamente la más conocida y su corolario se cita con mucha frecuencia.

La Quinta Ley Básica establece que:

Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa.

El corolario de la Ley es que:

Una persona estúpida es más peligrosa que un bandido.

El resultado de la acción de un bandido perfecto (la persona que cae en la línea OM de la figura 2) es pura y simplemente una transferencia de riqueza y/o bienestar. Después de la acción de un bandido perfecto, el bandido tiene un "más" en su cuenta que es exactamente equivalente al "menos" que ha causado a otra persona. La sociedad en su conjunto no está ni mejor ni peor.

Si todos los miembros de una sociedad fueran bandidos perfectos, la sociedad permanecería estancada, pero no habría un desastre mayor. Todo el asunto se reduciría a transferencias masivas de riqueza y bienestar a favor de aquellos que tomaran medidas. Si todos los miembros de la sociedad tomaran medidas en turnos regulares, no solo la sociedad en su conjunto, sino también los individuos se encontrarían en un estado perfectamente estable de no cambio.

Cuando las personas estúpidas están trabajando, la historia es totalmente diferente. Las personas estúpidas causan pérdidas a otras personas sin contrapartida de ganancias en su propia cuenta. Por lo tanto, la sociedad en su conjunto se empobrece. El sistema de contabilidad que se expresa en los gráficos básicos muestra que mientras todas las acciones de los individuos que caen a la derecha de la línea POM (ver fig. 3) suman al bienestar de una sociedad, aunque en diferentes grados, las acciones de todos los individuos que caen a la izquierda de la misma línea POM causan un deterioro.

Diagrama de cuatro cuadrantes con escenas caóticas y la línea POM dividiendo las acciones constructivas de las destructivas.

En otras palabras, los desvalidos (helpless) con matices de inteligencia (área H1), los bandidos con matices de inteligencia (área B1) y, sobre todo, los inteligentes (área I), todos contribuyen, aunque en diferentes grados, a aumentar el bienestar de una sociedad. Por otro lado, los bandidos con matices de estupidez (área B2) y los desvalidos con matices de estupidez (área H1) [error en el original, debería ser H2] logran sumar pérdidas a las causadas por las personas estúpidas, aumentando así el nefasto poder destructivo de este último grupo.

Todo esto sugiere alguna reflexión sobre el desempeño de las sociedades. Según la Segunda Ley Básica, la fracción de personas estúpidas es una constante σ que no se ve afectada por el tiempo, el espacio, la raza, la clase o cualquier otra variable sociocultural o histórica.

Sería un profundo error creer que el número de personas estúpidas en una sociedad en declive es mayor que en una sociedad en desarrollo. Ambas sociedades están plagadas por el mismo porcentaje de personas estúpidas. La diferencia entre las dos sociedades es que en la sociedad que tiene un desempeño deficiente:

Esta presunción teórica es abundantemente confirmada por un análisis exhaustivo de casos históricos. De hecho, el análisis histórico nos permite reformular las conclusiones teóricas de una manera más fáctica y con más detalles realistas.

Ya sea que se considere la época clásica, medieval, moderna o contemporánea, uno queda impresionado por el hecho de que cualquier país que va cuesta arriba tiene su inevitable fracción σ de personas estúpidas. Sin embargo, el país que va cuesta arriba también tiene una fracción inusualmente alta de personas inteligentes que logran mantener a raya a la fracción σ y al mismo tiempo producen suficientes ganancias para ellos y los demás miembros de la comunidad como para hacer que el progreso sea una certeza.

En un país que va cuesta abajo, la fracción de personas estúpidas sigue siendo igual a σ; sin embargo, en la población restante se nota entre los que están en el poder una proliferación alarmante de bandidos con matices de estupidez (subárea B2 [error en el original, dice B1] del cuadrante B en la figura 3) y entre los que no están en el poder un crecimiento igualmente alarmante en el número de individuos desvalidos (área H en el gráfico básico, fig. 1).

Tal cambio en la composición de la población no estúpida fortalece inevitablemente el poder destructivo de la fracción σ y hace que el declive sea una certeza. Y el país se va al infierno.